Y ya es navidad. Época de regalos, gente corriendo con bolsas y padres tristes por no tener dinero para comprar un play station. En fin. Llego navidad. Y pronto será año nuevo. ¿Qué. Anti navidad?, no. No soy anti navidad, solo hago visible lo que todos ven y nadie dice. Para los que creemos en Dios, todo el año celebramos el nacimiento, muerte y resurrección de cristo, ósea que estas fechas son un día más y me encantaría decir: tal vez un día menos.
Es por eso que hoy no he traído esas cursilerías de reyes magos (que bíblicamente eran astrónomos y sabios), viejos pascueros (sin comentarios) o la típica historia del hombre al que lo visitan tres espíritus, historia que a mi parecer no puede ser mas macabra. Y por lo mismo y siguiendo con la línea del extra realismo, he querido dejarles este cuento que escribí para los Swinger. Es breve, raro y muy particular. Les deseo feliz navidad.
No más de las 23.00 horas del día 24 de
diciembre. Hoy es navidad, pero ¿será una noche buena? La familia se reúne en
torno a la mesa. Sobre ella: un pollo bien cocido, ensaladas verdes y una
bebida tradicional.
El televisor encendido se escucha por toda la
casa. El canal nacional transmite una de las incontables versiones de la típica
película del Espíritu de la navidad. El hijo menor mira de reojo en dirección
al mueble donde se ubica el aparato; el programa no le interesa, él desea mirar
algo que no sea lo que tiene en frente. Irritado, da pequeños y punzantes
golpes sobre la mesa, los que aumentan la continua tensión que siente la madre.
El padre, trabajó como todos los días. En este
hogar no hay feriados o días libres, traer el pan cada día es lo importante. Su
piel oscurecida por el sol se ve reseca. El paso del tiempo ha dejado grietas
notorias en el costado de sus ojos y bajo ellos, las bolsas de la
responsabilidad diaria piden a gritos unas horas más para dormir. Frota sus
manos y el rose suena como una de las lijas que usa para pulir la madera.
La madre persiste en su labor. Se le oye moverse
en la cocina peleando a gritos con los gatos regalones del hogar. En un costado
el perro la mira con sus ojos de pena pidiendo algo de comer. Ella enfoca su mira
en él y el perro agacha la cabeza en señal de temor a lo que podría venir.
La hija mayor sale de su habitación. En sus manos
trae una larga y delgada vela color rojo con diseño de espiral. La corta en
tres y las coloca sobre el candelabro de fierro. El padre toma el encendedor
desde su pantalón y las enciende.
La madre se sienta. El padre toma el control
remoto de la televisión y la apaga. El hijo protesta, pero dando un suspiro
casi de desprecio, intenta contener sus arranques y mira a la familia de
frente. El silencio reina de manera sepulcral por unos segundos, pero es roto
por los tenedores del hijo sobre la bandeja de ensaladas.
—Momento— dice la madre, deteniendo el brazo dispuesto
a acaparar la verdura —Es navidad. Demos gracias a Dios por los alimentos
Todos se miran. Se preguntan quién será el
afortunado este año. Nadie quiere hacerlo. El hijo ya hace mucho dejo de creer
en la eficacia de una oración de gratitud. La madre desea que el padre tome el
lugar de dueño de casa y sea él quien la eleve. El padre está dispuesto. Su
relación con Dios es extraña. “El de arriba”, es su forma para decir que cree
en un ser superior. La hija no hablara. Al igual que el perro del hogar, tiene
la impresión de que algo ocurrirá.
—No podemos ser tan desgraciados para no dar
gracias— exclama la madre para motivar a su familia
— ¿Va a empezar con sus reclamos? — gruñe el hijo
mirando con desafío a la madre.
La mujer aprieta los puños con pleno deseo de
explotar.
— ¡No le faltes el respeto a tu madre! — le dice
el padre.
La hija se agarra la cabeza y contiene las
lágrimas. El año vivido ha sido de esos para olvidar. Toda su vida se ha
transformado en un caos. No aguanta un minuto más con sus sentimientos
depresivos rondando su mente. Los gritos sólo empeoran las cosas. Su garganta
se traba con intensos gemidos que no se atreve a pronunciar.
La madre no quiere dejar todo como esta y en un
intento de evidenciar las cosas, se dirige a la hija:
— ¿Y tú que tienes?-— la
hija sigue cabeza abajo. Su cara no disimula su sentir —¡¿hasta cuándo con esa
cara?! Te veo llorando, te vuelo la cara de una bofetada. — Le amenaza con la palma dedos arriba desde su
asiento.
— ¡Por la misma mierda, qué no podamos tener una
navidad como la gente! —dice el padre, mirando con determinación a su esposa.
—Esta vieja está loca. Estoy harto de esto. Harto
de sus locuras. No quiero un año más en esta familia. Me tienen aburrido —
grita el hijo poniéndose en pie.
— ¡Siéntate! —ordena el padre y el hijo obedece
de mala gana. Mira a la hija. Quien a pesar de su continua cercanía con Dios ya
no puede seguir ocultando su dañado corazón —Tu. Levanta una oración a Dios. —
La hija traga la saliva acumulada por la pena y
junta las manos como lo hacía cuando sus padres le enseñaron a ponerse de
rodillas sobre su cama en la infancia. Presiona sus ojos con la esperanza de
borrar de su retina la última imagen y comienza la plegaria.
—Dios. Te amo y te doy gracias por esta familia.
Pero si en verdad nos amas, haz que todo esto termine…
En ese mismo instante, el gato salta sobre la
mesa directo al pollo. En su huida da con la cola en el candelabro y lo vuelca sobre
el mantel. Las velas caen esparramadas sobre el género que cubre la mesa encendiendo
el lugar con rapidez. El ruedo del mantel encendido prende sus ropas y el fuego
comienza a quemar sus cuerpos. La madre corre a la cocina para apagar las
ollas, pero es tarde. Las cortinas han comenzado a quemarse y el gas abierto
fomenta las flamas. El padre intenta apagar el fuego de la madre. El hijo se
arroja al suelo e intenta rodar. El humo inunda el lugar. La hija sigue con los
ojos cerrados como rogando que esto dure poco tiempo. El fuego los arropa y
luego de pocos momentos, sin más llanto, sin más dolor, sin más peleas, el
deseo de navidad se ha cumplido…. Pero si en verdad nos amas, haz que todo esto
termine...
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Que fuerte, pero es verdad, en ocasiones no son las mejores fechas para muchos......
...
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Que genial cuento de Navidad, es precioso, bueno que podemos decir si tú siempre has escrito buenos relatos...
Te cuidas Missbook!!!!
Chao!
a veces dios escucha...
a veces solo se hace el desentendido...
llevo tnto pidiendole algo... y nunca termina por darmelo.. besos
ya lo habai leido y me gusto me gusto muhco el desenlace :S algo que no me esperaba!!! Saludos missbook un beso y un abrazo espero hayas pasado una linda navidad y que pases un feliz año nuevo!! un abrazo y cuidate muhco espero seguir leyendonos el año que viene :D siiii!!!!!!!
Saludos!
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