Primicia, avance de uno de los capítulos de mi novela,
Cuento dedicado a Kantara.
Una de mis amigas y de mis consejeras dentro del reino.
A ti Kantara, mucha paz y confianza en que has elegido al mejor.
Ella era una de mis consejeras, pero más que eso, Kantara era una doncella del reino, pero el Rey le tenía especial cariño, pues en ella había una gracia especial un don que él había dado a muy pocas doncellas según recordaba, y ese don, era algo por lo que los demás la reconocían, decían de ella “Kantara no es como las demás” que graciosa es Kantara”, era admirada y querida por el Reino entero.
Kantara creció junto con varios hermanos y conoció al Rey desde pequeña. Era muy blanca y de piel sensible, característica de las doncellas de buen linaje, alta, de brazos y piernas largas, sus extensas pestañas hacían juego perfecto con su sonrisa y su risa que contagiaba el entorno. Solo un defecto tenia esta doncella, aunque lo intentara, nunca llegaba puntual al lugar donde era citada.
Como toda doncella anhelaba un caballero digno de su corazón, al que esperaba expectante cada día, pero la gracia de Kantara era tan mágica, tan sobrenatural , tan propia del Rey, que tanto los caballeros blancos del reino, como los negros del reino vecino se veían profundamente enamorados de ella.
Así también los caballeros del reino oscuro tenían sus artimañas secretas para conquistar jovencitas del reino blanco. Enviaban caballos de pelos hermosos, de frondosas crines y colas muy bien recortadas, pues el reflejo de sus cuerpos corriendo por los prados hacían que las mujeres soñaran con sentirse rescatadas de la soltería, el sonido de sus herraduras galopando por las calles de piedra en las noches, las hacían despertar con el corazón en la mano, despertaban con la ilusión de que se detuvieran fuera de sus balcones y las llevaran a sus mundos llenos de secretos. Y soñaban aun mas profundo, cuando descubrían las cartas enviadas por los hombres negros, cartas llenas de palabras cargadas de deseos, deseos no comentados entre las doncellas ni en las mas secretas e intimas reuniones, cartas con falsas promesas de amor eterno, llenas de suspiros ahogados entre melancólicos deseos de cambios que claro esta, nunca se harían realidad, pues al otro lado, en el reino oscuro, estos “caballero” tenían sus propias doncellas inmersas en cuentos de vida feliz.
Uno de ellos fue Bruno quien insistía día a día en concretar algo con Kantara, y ella, aunque convencida de no hacer lo correcto, pensaba a veces o quizás mas que solo a veces en el oscuro caballero.
Pero Bruno no era el único interesado en Kantara, pues uno de los mas cercanos al mismo Rey, aguardaba paciente que su adorada Kantara posara sus ojos y no solo sus ojos, también su corazón sobre él. Gerald amaba a esa doncella y el Rey lo sabia y consentía los deseos del caballero, que a pesar de no ser tan alto, tenia un color bronceado de piel, ojos sinceros, cabello abrumado y una voz muy grata al oído, era un joven dulce, dulce como las chirimoyas, suave y concentradas. En su corazón decía “OH, Kantara, llena eres de gracia, eres tan mía, como yo tuyo” y Kantara sin saberlo comenzó a amarlo, pues que el Rey lo viera con buenos ojos era buena señal, que sus hombros fueran amplios le hablaba de protección y sus palabras seguras le daban estabilidad, “este hombre me ama” se decía mientras pensaba él, “es el que el Rey prefiere para mi…. Y yo también”, afirmaba su declaración.
Poco a poco se unieron, cada día junto era mágico, eterno, especial, indescriptible, incluso en trabajo en palacio, estar juntos era distinto, él la apoyaba y ella a él. Era tal amor que se tenían que sus pares los admiraban, les deseaban para bienes y más de alguna doncella pedía al Rey un amor como Gerald.
Pero un mundo perfecto, no siempre es un mundo feliz, pues Kantara deseaba en su alma vivir experiencias nuevas, ella quería sentirse plena, completa, no solo feliz, no solo amada, ella quería sentirse deseada, inalcanzable, así como acostumbraba desde su juvenil existencia.
Aunque no lo comprendía, por extrañas razones no podía imaginar dicho deseo sin considerar a Bruno entre sus pensamientos y Bruno que aun no se alejaba permanecía al asecho constante, tal cual lo hacen los lobos, al mas mínimo descuido, al mas mínimo asomo de interés en su persona, pues había guardado ganas de mas, pondría todas sus cartas, sus mejores jugadas y Kantara lo sabia.
Fue así como un día ya al atardecer Bruno y Kantara se encontraron. Aunque era un caballero negro, despedía un olor que penetraba hasta el estomago solo con acercarse, tenia un perfume a café, con dulce tabaco, con la consistencia de un vino añejado por siglos y el calido y adictivo sabor al chocolate grueso, el primer rose de sus caras al saludarse fue mortal, no había forma alguna de sacar ese aroma de su rostro y mucho menos la sensación de sus labios rozando su mejilla, se movía con tal seguridad que ha ratos olvidaba la gravedad de este encuentro, pues se repetía fuerte en su mente “Gerald me ama, no hay nadie como él” para reventar el fulgor de las miradas entre ambos, pues aunque sus palabras fueron escuetas, ambos podían ver sus almas debido al intenso cruce de sus ojos, tanto que los hacia permanecer tibios aunque los bellos en sus brazos mostraban que la noche no los esperaría para comenzar.
La hora paso y aunque la doncella acostumbraba retrasarse, esta vez debía mentir para no confesar sus verdaderas razones; al llegar a casa la esperaba en la entrada Gerald, quien la abrazo con sus ojos llenos de amor, de esperanza, de abrigo y eternidad. Kantara se dejo arrullar por unos instantes hasta que el ruido de una carroza rompió el momento y se despidieron. Esa noche no durmió y aunque no había ocurrido nada con Bruno, en su corazón había consumado su deseo de conocerle, de olerle, de sentirle.
A la mañana siguiente el Rey pidió hablarle y fue directo, severo, pero perdonador y Kantara aseguro que esto no iría mas allá. Peor los días pasaban y de vez en vez, por las noches camino a casa, el viento hacia rebotar contra su nariz el aroma del cabalero del castillo vecino, esas noches aunque no se vieran físicamente, ambos se encontraban en sus sueños y se alejaban abruptamente pues la voz del rey los hacia estremecer, los impactaba, los hacia retroceder, perola mantenía a salvo incluso en sus sueños.
Gerald por su parte, cada noche la esperaba a la puerta, con sus ojos y su amor eterno, ella lo miraba y le decía “se que me amas” y el la callaba con un beso, era amor para el, pero rutina para ella, rutina q no estaba dispuesta a cuidar, ella pensaba que cada sueño con el caballero oscuro tenían mas emoción que los besos de su prometido.
Pero así como de cuento, llego el día en que al regresar de palacio, un caballo negro de misteriosos ojos le obstruyo el paso, esta vez no era una carta del caballero, sino, el mismo caballero en persona quien descendía de la montura, la abrazaba y la besaba como el final tan esperado que nunca alcanzo a soñar, con la salvedad de que ambos estaban despiertos y juntos. Ella temblaba sin saber porque, el solo la miraba y la besaba hasta ya poder, pues ambos sabían que sus besos no intentaban unir el reino, sino que así como romeo y Julieta, la historia podría terminar en muerte y no solo la de ambos, esta vez la historia no tendría final eterno, por lo menos no entre ellos. Repentinamente el ruido de una carroza disipo el encuentro, ella corrió mirando la luna, aun sintiendo la tibieza de los besos del caballero, con su corazón acelerado como el galope de los caballos en la noche y en su corazón esperaba que su retraso nuevamente fuera justificado por su continua impuntualidad.
Después de esa noche, al ver a Gerald en su puerta su corazón se partía, pues no podía no desear en su corazón que su amado y eterno Gerald la mirara como el caballero negro, hasta que ella ya no podía repetirle el “se que me amas” y el silencio daba paso al beso y luego a la despedida.
Pero Gerald la amaba, la amaba mas que a la luz, mas que al día, mas que a la música, mas que a su propio corazón y hablaba al Rey todos los días pidiendo por su amor, rogando eternidad para ambos, y le decía al Rey “doncella como Kantara no hay, tu la elegiste para mi, y yo la elegí como madre de mis hijos, la amo mas que al sonido, mas que al gozo , mas que al hablar” y su voz se torcía mientras tragaba saliva y lloraba, no como al que llora un muerto, sino como el que ve nacer un hijo, como el que ve imagen después de la ceguera, como el que oye un violín sin haber tenido oídos, como el que ama mas allá de lo entendible.
Kantara desolada, desconcertada acudió al Rey, el guardo silencio para que ella pudiera hablar sin interrupciones, pues el deseaba oír cada detalle que ella pudiera pronunciar, pues el Rey sabia que al oírse ella encontraría la verdad en su corazón y que sabia mente elegiría al verdadero amor,
La doncella explico:”Rey, no se que hacer, creo estar entre dos amores, uno me ofrece pureza, cariño, espera, y eternidad, el otro tiene un extravagante olor, sus besos me matan, sus palabras me hacen sonrojar y sueño a diario con él, hasta que su voz, su voz mi Rey me despierta”. En eso el Rey le pido detener el relato y dijo:” pues si me has oído en tu sueño, eso quiere decir, que esa gracias que puse en ti, habla mas fuerte que tu sueño “, el Rey paro unos segundo esperando que kantara asimilara sus palabras, ella bajo su mirada al piso y continuo con una pregunta “¿te detuve alguna vez cuando soñabas con Gerald?, ella aun sin levantar la vista respondió con su voz quebrada “no Rey””esos sueños eran hermosos, me sentía tan completa” y suspiro, el Rey la miro tiernamente y ella rompió en llanto, un llanto amargo y angustioso de color gris, lloro hasta que sus ojos solo destilaran lagrima de color verde, vedes turquesas, hermosas lagrimas, aun lloraba cuando el agua que había caído al piso desde sus ojos , hacia una pequeña poza a sus pies, sorprendida cayó de rodillas, aun lloraba color turquesa cuando miro que aquella poza emitía un reflejo, pero no de ella, sino de Gerald , quien también figuraba de rodillas y decía “ OH Rey, cuida a mi amada Kantara , la amo con todo el corazón y ella lo sabe, tu le elegiste para mi¡¡¡¡” decía “ OH Kantara, llena eres de gracia, te amo mas que al sonido, mas que a la pasión, tanto te amo que he retenido y guardado lo mejor de mi para cuando estemos juntos para siempre, ten paciencia amada mía, que mis mejores sueños son junto a ti.
Kantara se puso de pie y salio corriendo del castillo, cruzo el bosque, atravesó el camino de los carruajes, hasta que se detuvo frente a una puerta, era la puerta de su propia casa, como se lo suponía, parado ahí estaba Gerald, quien la miro diciendo “te estaba esperando”, ella corrió a sus brazos y el la recibió lleno de amor, ella fijo sus ojo en él y le dijo “Se que amas” y Gerald preparaba sus labios para callarla con un beso, pero esta vez ella esquivo su beso, él sorprendido la miro directo a sus ojos, y un calor diferente inundo sus cuerpos, sus miradas hacían casi palpables todo su interior y uno frente al otro pudieron sentir ambos el aroma mas dulce, mas embriagante y adictivo que nadie en el mundo a sentido jamás, él esbozo una sonrisa y ella le dijo “Se que me amas y se que te amo” y lo beso, lo beso tan largo como la eternidad.
Cuento dedicado a Kantara.
Una de mis amigas y de mis consejeras dentro del reino.
A ti Kantara, mucha paz y confianza en que has elegido al mejor.
Ella era una de mis consejeras, pero más que eso, Kantara era una doncella del reino, pero el Rey le tenía especial cariño, pues en ella había una gracia especial un don que él había dado a muy pocas doncellas según recordaba, y ese don, era algo por lo que los demás la reconocían, decían de ella “Kantara no es como las demás” que graciosa es Kantara”, era admirada y querida por el Reino entero.
Kantara creció junto con varios hermanos y conoció al Rey desde pequeña. Era muy blanca y de piel sensible, característica de las doncellas de buen linaje, alta, de brazos y piernas largas, sus extensas pestañas hacían juego perfecto con su sonrisa y su risa que contagiaba el entorno. Solo un defecto tenia esta doncella, aunque lo intentara, nunca llegaba puntual al lugar donde era citada.
Como toda doncella anhelaba un caballero digno de su corazón, al que esperaba expectante cada día, pero la gracia de Kantara era tan mágica, tan sobrenatural , tan propia del Rey, que tanto los caballeros blancos del reino, como los negros del reino vecino se veían profundamente enamorados de ella.
Así también los caballeros del reino oscuro tenían sus artimañas secretas para conquistar jovencitas del reino blanco. Enviaban caballos de pelos hermosos, de frondosas crines y colas muy bien recortadas, pues el reflejo de sus cuerpos corriendo por los prados hacían que las mujeres soñaran con sentirse rescatadas de la soltería, el sonido de sus herraduras galopando por las calles de piedra en las noches, las hacían despertar con el corazón en la mano, despertaban con la ilusión de que se detuvieran fuera de sus balcones y las llevaran a sus mundos llenos de secretos. Y soñaban aun mas profundo, cuando descubrían las cartas enviadas por los hombres negros, cartas llenas de palabras cargadas de deseos, deseos no comentados entre las doncellas ni en las mas secretas e intimas reuniones, cartas con falsas promesas de amor eterno, llenas de suspiros ahogados entre melancólicos deseos de cambios que claro esta, nunca se harían realidad, pues al otro lado, en el reino oscuro, estos “caballero” tenían sus propias doncellas inmersas en cuentos de vida feliz.
Uno de ellos fue Bruno quien insistía día a día en concretar algo con Kantara, y ella, aunque convencida de no hacer lo correcto, pensaba a veces o quizás mas que solo a veces en el oscuro caballero.
Pero Bruno no era el único interesado en Kantara, pues uno de los mas cercanos al mismo Rey, aguardaba paciente que su adorada Kantara posara sus ojos y no solo sus ojos, también su corazón sobre él. Gerald amaba a esa doncella y el Rey lo sabia y consentía los deseos del caballero, que a pesar de no ser tan alto, tenia un color bronceado de piel, ojos sinceros, cabello abrumado y una voz muy grata al oído, era un joven dulce, dulce como las chirimoyas, suave y concentradas. En su corazón decía “OH, Kantara, llena eres de gracia, eres tan mía, como yo tuyo” y Kantara sin saberlo comenzó a amarlo, pues que el Rey lo viera con buenos ojos era buena señal, que sus hombros fueran amplios le hablaba de protección y sus palabras seguras le daban estabilidad, “este hombre me ama” se decía mientras pensaba él, “es el que el Rey prefiere para mi…. Y yo también”, afirmaba su declaración.
Poco a poco se unieron, cada día junto era mágico, eterno, especial, indescriptible, incluso en trabajo en palacio, estar juntos era distinto, él la apoyaba y ella a él. Era tal amor que se tenían que sus pares los admiraban, les deseaban para bienes y más de alguna doncella pedía al Rey un amor como Gerald.
Pero un mundo perfecto, no siempre es un mundo feliz, pues Kantara deseaba en su alma vivir experiencias nuevas, ella quería sentirse plena, completa, no solo feliz, no solo amada, ella quería sentirse deseada, inalcanzable, así como acostumbraba desde su juvenil existencia.
Aunque no lo comprendía, por extrañas razones no podía imaginar dicho deseo sin considerar a Bruno entre sus pensamientos y Bruno que aun no se alejaba permanecía al asecho constante, tal cual lo hacen los lobos, al mas mínimo descuido, al mas mínimo asomo de interés en su persona, pues había guardado ganas de mas, pondría todas sus cartas, sus mejores jugadas y Kantara lo sabia.
Fue así como un día ya al atardecer Bruno y Kantara se encontraron. Aunque era un caballero negro, despedía un olor que penetraba hasta el estomago solo con acercarse, tenia un perfume a café, con dulce tabaco, con la consistencia de un vino añejado por siglos y el calido y adictivo sabor al chocolate grueso, el primer rose de sus caras al saludarse fue mortal, no había forma alguna de sacar ese aroma de su rostro y mucho menos la sensación de sus labios rozando su mejilla, se movía con tal seguridad que ha ratos olvidaba la gravedad de este encuentro, pues se repetía fuerte en su mente “Gerald me ama, no hay nadie como él” para reventar el fulgor de las miradas entre ambos, pues aunque sus palabras fueron escuetas, ambos podían ver sus almas debido al intenso cruce de sus ojos, tanto que los hacia permanecer tibios aunque los bellos en sus brazos mostraban que la noche no los esperaría para comenzar.
La hora paso y aunque la doncella acostumbraba retrasarse, esta vez debía mentir para no confesar sus verdaderas razones; al llegar a casa la esperaba en la entrada Gerald, quien la abrazo con sus ojos llenos de amor, de esperanza, de abrigo y eternidad. Kantara se dejo arrullar por unos instantes hasta que el ruido de una carroza rompió el momento y se despidieron. Esa noche no durmió y aunque no había ocurrido nada con Bruno, en su corazón había consumado su deseo de conocerle, de olerle, de sentirle.
A la mañana siguiente el Rey pidió hablarle y fue directo, severo, pero perdonador y Kantara aseguro que esto no iría mas allá. Peor los días pasaban y de vez en vez, por las noches camino a casa, el viento hacia rebotar contra su nariz el aroma del cabalero del castillo vecino, esas noches aunque no se vieran físicamente, ambos se encontraban en sus sueños y se alejaban abruptamente pues la voz del rey los hacia estremecer, los impactaba, los hacia retroceder, perola mantenía a salvo incluso en sus sueños.
Gerald por su parte, cada noche la esperaba a la puerta, con sus ojos y su amor eterno, ella lo miraba y le decía “se que me amas” y el la callaba con un beso, era amor para el, pero rutina para ella, rutina q no estaba dispuesta a cuidar, ella pensaba que cada sueño con el caballero oscuro tenían mas emoción que los besos de su prometido.
Pero así como de cuento, llego el día en que al regresar de palacio, un caballo negro de misteriosos ojos le obstruyo el paso, esta vez no era una carta del caballero, sino, el mismo caballero en persona quien descendía de la montura, la abrazaba y la besaba como el final tan esperado que nunca alcanzo a soñar, con la salvedad de que ambos estaban despiertos y juntos. Ella temblaba sin saber porque, el solo la miraba y la besaba hasta ya poder, pues ambos sabían que sus besos no intentaban unir el reino, sino que así como romeo y Julieta, la historia podría terminar en muerte y no solo la de ambos, esta vez la historia no tendría final eterno, por lo menos no entre ellos. Repentinamente el ruido de una carroza disipo el encuentro, ella corrió mirando la luna, aun sintiendo la tibieza de los besos del caballero, con su corazón acelerado como el galope de los caballos en la noche y en su corazón esperaba que su retraso nuevamente fuera justificado por su continua impuntualidad.
Después de esa noche, al ver a Gerald en su puerta su corazón se partía, pues no podía no desear en su corazón que su amado y eterno Gerald la mirara como el caballero negro, hasta que ella ya no podía repetirle el “se que me amas” y el silencio daba paso al beso y luego a la despedida.
Pero Gerald la amaba, la amaba mas que a la luz, mas que al día, mas que a la música, mas que a su propio corazón y hablaba al Rey todos los días pidiendo por su amor, rogando eternidad para ambos, y le decía al Rey “doncella como Kantara no hay, tu la elegiste para mi, y yo la elegí como madre de mis hijos, la amo mas que al sonido, mas que al gozo , mas que al hablar” y su voz se torcía mientras tragaba saliva y lloraba, no como al que llora un muerto, sino como el que ve nacer un hijo, como el que ve imagen después de la ceguera, como el que oye un violín sin haber tenido oídos, como el que ama mas allá de lo entendible.
Kantara desolada, desconcertada acudió al Rey, el guardo silencio para que ella pudiera hablar sin interrupciones, pues el deseaba oír cada detalle que ella pudiera pronunciar, pues el Rey sabia que al oírse ella encontraría la verdad en su corazón y que sabia mente elegiría al verdadero amor,
La doncella explico:”Rey, no se que hacer, creo estar entre dos amores, uno me ofrece pureza, cariño, espera, y eternidad, el otro tiene un extravagante olor, sus besos me matan, sus palabras me hacen sonrojar y sueño a diario con él, hasta que su voz, su voz mi Rey me despierta”. En eso el Rey le pido detener el relato y dijo:” pues si me has oído en tu sueño, eso quiere decir, que esa gracias que puse en ti, habla mas fuerte que tu sueño “, el Rey paro unos segundo esperando que kantara asimilara sus palabras, ella bajo su mirada al piso y continuo con una pregunta “¿te detuve alguna vez cuando soñabas con Gerald?, ella aun sin levantar la vista respondió con su voz quebrada “no Rey””esos sueños eran hermosos, me sentía tan completa” y suspiro, el Rey la miro tiernamente y ella rompió en llanto, un llanto amargo y angustioso de color gris, lloro hasta que sus ojos solo destilaran lagrima de color verde, vedes turquesas, hermosas lagrimas, aun lloraba cuando el agua que había caído al piso desde sus ojos , hacia una pequeña poza a sus pies, sorprendida cayó de rodillas, aun lloraba color turquesa cuando miro que aquella poza emitía un reflejo, pero no de ella, sino de Gerald , quien también figuraba de rodillas y decía “ OH Rey, cuida a mi amada Kantara , la amo con todo el corazón y ella lo sabe, tu le elegiste para mi¡¡¡¡” decía “ OH Kantara, llena eres de gracia, te amo mas que al sonido, mas que a la pasión, tanto te amo que he retenido y guardado lo mejor de mi para cuando estemos juntos para siempre, ten paciencia amada mía, que mis mejores sueños son junto a ti.
Kantara se puso de pie y salio corriendo del castillo, cruzo el bosque, atravesó el camino de los carruajes, hasta que se detuvo frente a una puerta, era la puerta de su propia casa, como se lo suponía, parado ahí estaba Gerald, quien la miro diciendo “te estaba esperando”, ella corrió a sus brazos y el la recibió lleno de amor, ella fijo sus ojo en él y le dijo “Se que amas” y Gerald preparaba sus labios para callarla con un beso, pero esta vez ella esquivo su beso, él sorprendido la miro directo a sus ojos, y un calor diferente inundo sus cuerpos, sus miradas hacían casi palpables todo su interior y uno frente al otro pudieron sentir ambos el aroma mas dulce, mas embriagante y adictivo que nadie en el mundo a sentido jamás, él esbozo una sonrisa y ella le dijo “Se que me amas y se que te amo” y lo beso, lo beso tan largo como la eternidad.
4 CLIC ACÁ PARA COMENTARIOS¡¡¡:
hola doña osesna
uhii hace mil que no pasaba jajjaa
el otro dia me puse a ver mi blog y me di cuenta que habias comentado.. haci ke para no ser desgraciado devuelvo el coment ::D
ta genial tu pag. como siempre :P
yo ya no me inspiro tanto... es mas, ni subo entradas nuevas.. pero bueno, ia volvere jajaja
espero estwes bien
un abraxo
aiioz!
me encanto esta muy lindo
tiene esa cosa especial esa cosa rika
ke empiesas a leer y no puedes para
me gusto espero el segundo!!!
hola! me hare seguidor tuyo apenas deje este comentario jajaja
ehh.. ia subi la historia X en mi blog para que la veas y quiero escuchar tus criticas :D
ai lor yiu sou mach xD
muy facil d leer y adictivo...
m ncanto!! ^^
bess!
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