— ¿Qué me callé? Entupido reflejo, nunca has amado, no podrías intentarlo
aunque te hechizaran
—Sé más que tú de amor. Yo he sido quien te ha oído decir mil veces tus
ensayados amores frente a mí. ¿Quién te crees para enfrentarme? Te conozco como
a mí mismo, y sé que jamás, dejaras de cuestionarte la existencia frente a mí.
—
—Oírme no es igual que vivirlo, hablas por envidia. Se nota en ese tono
rasposo y altanero que has tomado al hablar. Nómbrame tan sólo un amor que
hallas tenido y me quedare en silencio sin rezongar. —
— ¿De cuándo acá, que te desafías? ¿No creerás que me estas desafiando a mí?,.
Que ridiculez. ¿Quieres que te hable de tus amores? ¿Empiezo por los llorados,
por los imposibles, por los que te han dejado o por los que tú has dejado? ¡Oh,
no importa, de todas formas estas sola¡—
—Lo admito. He tenido amores. Pero no me arrepiento.
— Qué extraño que precisamente uses esa palabra para justificarte. Recuerdo
tus manos cubriendo tu cara, el lápiz de ojo manchando de negro tus mejillas y
tus lágrimas desbordarse de tus enrojecidos ojos. Mientras gritabas: ¡me
arrepiento, me arrepiento¡ frente a mí.
—Eso es privado. No te sigas metiendo en mis desdichas. Mejor responde mi
pregunta y deja las evasivas.
—sí que lo haré, pero antes, debes callarte.
—wooouuu¡¡ apareció el autoritario, me callare antes que aflore el airado.
—Toma asiento, hablaré hasta que entiendas que tomaste la decisión correcta:
¿Recuerdas aquel amor inocente de tu niñez? —Asentí desde mi cama frente a
él—era un niño aun, le encantaba imitar a Jackson con ese paso lunar y correr
de tras de los camiones distribuidores de carne, para ver si podía robar algún
trozo, cuando el vendedor se descuidara. Sabías que eso le hacía feliz, y te
gustaba tal cual. Hasta que un día, creíste que era un delincuente y le
exigiste que se comportara como un adulto. Ese chico lo intento, meses
completos viendo pasar esos vehículos y conteniendo las ganas de correr. Sus
ojos se fueron apagando y de los 10 años, paso a ser uno de 13 o más, pero a
ti, no te convenció y se acabó porque había perdido esa alegría que lo
caracterizaba. ¿Cuántos tuviste así? ¿Fueron 3?, tres y tenías menos de 15.
—Esos no son amores, sólo son cosas de niños, nada que ver con lo que he
vivido después de los 16.
—Te equivocas, esos si fueron amores, no como los de ahora, pero lo fueron.
Y ya que me hablas de tus 16 años, podemos comenzar por los imposibles. . Ah,
esos los recuerdo bien, ¿Cuantos años tenían ellos?-
—Creo que, 25 y 27
—Pensé que era menos. Años con ellos, ¿para qué? Sólo para entender, que,
por muy cerca que estuvieran, nunca lograrías, que olvidaran a sus esposas e
hijos.
— ¡Detente! nunca intente que se olvidaran de ellos, sólo que estuvieran
junto a mí, y ya sabes, esa fue la razón de que fueran imposibles…
—Imposibles únicamente de nombre, esos dos fueron lo más posibles que has
tenido, ni yo creí que lograras tanto con ellos.
—Gracias por la confianza.
—No vengas con eso. Soy tu reflejo, ni tú, ni yo, creímos que esos fueran
los correctos y sabes que nunca lo fueron, pero después de todo lo que viviste
con ambos, el cargo de conciencia te la gano y los dejaste. Cosa que me pareció
lo más indicado. ¿Recuerdas las odiosas canciones que escuchabas para pasar la
pena? Me tenías aburrido, ya me sabía hasta los míseros adornos de los acordes,
patético.
—Sí, creo que lo eran, me siento avergonzada de todo eso, de eso si me
arrepiento—dije entre risas, pero mi reflejo seguía serio y dispuesto a
terminar con su sermón
—Aún les recuerdas cuando algún vecino sube el radio y el sonido entra por
las ventanas. Te he visto vacilar tanteando el picaporte para cerrar las ventanas.
No me engañas. Los imposibles no se olvidan.
Cada palabra me hacía juicio, no había mentiras en su hablar, pero aun
estábamos tan lejos de llegar al presente.
—Sí, lo sé. Aún nos quedan los conflictivos. De esos tienes la colección,
veamos, hubo dos borrachos, un ex presidiario, un bailarín nocturno, un
vendedor de artículos sexuales, aunque siendo realistas este último, daba los
artículos probados y uno que se robaba las cosas de los lugares donde
trabajaba. No sé cuál de todos esos fue peor. Caíste bajo muchacha.
—Creo que no tan bajo. Ellos no eran malos, necesitan cariño, sabes que nunca los quise
como pareja realmente, era más, algo maternal que amoroso. Además ellos
encaminaron sus vidas por buenos caminos.
—Poco les duró el cambio de vida. Apenas les dijiste que estabas con ellos para
reformarlos, volvieron a sus andadas.
—Si. Aún quedan. Esta el que más quisiste, pero de él, no hablaré, sé que ya no lo quieres, pero recuerdas todo lo que vivieron los dos, como lo que es el verdadero amor. También están los m y m…
—No los nombres tampoco, jaja, ellos fueron algo entretenido para mí. No los quería mucho, pero se la jugaron, eso vale unos puntos, así que los clasificare
— Te quedan dos. Ese que te llamaba todo el día, que aburrido que era ese hombre, y ese que se fue sin decir adiós, ese que aun piensas que es un cobarde. Pero que todavía piensa que volverá. Mmm. Ridiculeces.
—Te falta uno. ¿Qué hago con este? Ninguno de los anteriores es como él, ya ha pasado mucho tiempo dejando incorrectos en el camino. No quiero dejar este último
— ¿Quién dijo que es el último?
—Supongo que lo es. Creo que no vendrán más después de este.
— ¿Supones?, siempre supones. Nunca estas segura de lo que en verdad sientes, sigues creyendo que has hecho lo correcto después de dejarlos, y únicamente has conseguido acrecentar la lista de los que según tú, no son los mejores para ti.
No pude esconder más el nudo de mi garganta, y carraspee para hablar, pero no lo hice. Mi reflejo seguía frente a mí de pie y de brazos cruzados. Reprendiéndome.
—Piénsalo, sé que no será el último, pero puede que sea el correcto, y ya lloraste por él hace unos días, estas más enredada de lo que creíste en esto. Y él ha sido mejor que todos los anteriores. No te ha criticado, no te llama todo el día, no cuestiona tus creencias, es más inteligente de lo que pensaste en un comienzo, tiene un buen trabajo, y te gusta ese acento de la alta, hasta ya lo has adquirido cuando están juntos. Vamos, no es que tenga predilección por este y no por los anteriores, pero debes estar segura que después no me dirás que te arrepientes de decirle que se fuera.
—él es único, lo sé, pero, ¿qué más puedo hacer?, el estar con él, es perderlo todo. Y me ha costado tanto tener, tan sólo un poco de lo que tengo.
—Sólo piensa en cómo te mira, como te abraza, sus dulces besos, y lo mucho que te ama.
—Espera un poco, sólo dices eso porque yo quiero escuchar eso, ¿verdad?.. ¿Hay alguna forma de que me digas la verdad? aunque no sea lo que yo quiero, aunque sea triste
—Claro, sólo debes verme fijamente… y mírame a los ojos, hasta que logres ver el reflejo de tu interior, solo tú tienes la respuesta correcta. Recuerda todo lo que hemos conversado y sabrás cuál de ellos fue tu verdadero amor, o si sólo has tenido amores.
— ¿Cuál es la diferencia de tener amores y el amor verdadero?
—Cuando sólo tienes amores, sientes que has aprendido de ellos, que fue algo bueno a pesar de lo malo y que eso te hizo crecer. Y el amor verdadero, será aquel que veas en tus ojos, no será un sentir aislado, será un complemento perfecto, será tan tuyo como tú de él. ¿Qué esperas? Mírate.
—No quiero, tengo miedo de .. de que ya no pueda retroceder el tiempo para estar con el verdadero.
—Eso no es problema: el verdadero, siempre vuelve, aunque no lo busques, siempre vendrá a ti….
— ¿Entonces por qué tengo que saber si es él?, ¿no debería esperar a que las cosas pasen?
—ya lo estas entendiendo
— ¿Es decir, que solo he tenido amores?, y si este es el real, ¿se quedara aunque le diga que se vaya?
—así es. Cuando tu reflejo, sea el de ambos. Sabrás que él está ahí... Mírate.
Me puse de pie, y me acerque aun temerosa de lo que podía ver, pero al estar frente a mi reflejo, me invadió una seguridad conocida. Mire fijamente a mis ojos y ahí estaba.
Era una profunda luz calma. No brillante y estridente, era suave pero intensa, su forma era mayor de lo que mis ojos lograron ver. Poco a poco su mano esplendorosa se acercó a mí, tomando la palma. A lo lejos vi correr un hombre, que se nos aproximaba. Antes de ver su rostro. La luz lo detuvo y se escuchó: no es tu tiempo, aún debe aprender donde comienza el amor.
— ¿Dónde comienza el amor?— pregunté en voz alta— vamos, he tenido amores, creo saber dónde comienzan.
—El amor, no comienza en un lugar, si no, en alguien— levante las manos expresando mi hastío de tantas vueltas —debes aprender a amar a quien viste en el reflejo. Además de la luz ¿a quién viste?
—A mí. Me vi a mí
—tú lo has dicho
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