Balance 2009 sin depurar

                         Balance 2009 sin depurar

Esperaba con ansias tremebundas que este momento llegara. Y como buena contadora que soy: hoy es día de balance. Lo mas difícil de crear un balance es designar las cuentas o ítems con los que quieres trabajar. Cada uno de ellos engloba una cantidad especifica de conceptos que te permiten analizar de manera sustanciosa la empresa o lo que quieres llevar a examinar. Y si hoy hiciera un balance de mi año quizás tendría mas cuentas por cobrar que ingresos percibidos. Tendría la caja con saldo negativo y números rojo en patrimonio. Mis activos absolutamente pasivos y un tremendo resultado negativo de mis cuadros de saldo. En conclusión ha sido un año terrible.

Pero no puedo dar todo por perdido. Pues hay balances financieros y otros tributario y sinceramente: el mío aun no esta depurado.

Un puedo negar que ha sido uno de los años mas horribles de mi vida. En 26 años, este es uno de los 8 peores y estoy segura que nunca alcanzare a describir la magnitud de lo tortuoso que han sido para mí. En pocas palabras, este año, lo perdí todo.

¿Exagero? No. No lo hago. A mitad de junio las cosas empezaron a cambiar. Mis días se hicieron difíciles y poco llevaderos. Pasamos largos días en completa oscuridad, durmiendo temprano y levantándonos aun mas temprano para quedar absolutamente desocupados. La comunicación familiar se volvió casi nula y solo se escuchan nuestras voces para reclamar que no había comida, que ya eran muchas semanas sin luz y que pronto nos cortarían el agua. La condición “emocional” de la mujer de mi casa empeoro de manera sustanciosa: los gritos comunes se volvieron agresividad y sufrimos desmanes que nunca recordara, pero que yo intento olvidar. No es fácil ser dañado por quienes amas.

Los días pasaron y las contadas alegrías que hubo en mi vida comenzaron a pasar a segundo plano. Los problemas venían sobre mi como avalancha y se llevaron todo a su paso. La primera semana de octubre no resistí más y desistí de todo, tomando una de las decisiones solo comparables con el suicidio: me fui de lugar donde mi vida cobro sentido. Deje amistades, sueños, proyectos, deseos propios, estabilidad y la razón de que mis días hubieran sido alguna vez felices. Ya no solo me invadían los conflictos externos o familiares, ahora luchaba conmigo misma, con mis razones y con mis desaciertos. Durante meses llore todas las noches, no hubo día en que no despertara con un grito ahogado producto de alguna pasadilla diabólica donde mi alma era rasgada por algún o mas de un demonio. Fuera de mis sueños la pesadilla continuaba: la gente que ame durante años no hizo el más mínimo intento de detenerme o alentarme, consolarme o insultarme. Lo peor que podía recibir era la falta de actitud y eso fue lo que obtuve.

Cuando llego noviembre, mi vida ya no tenia sentido. Mi único anhelo era terminar mi novela y dejarme morir, pues ella era mi propia profecía: muerta antes de los 30. Sin embargo aun estoy viva y mi novela aun sin terminar. No podía escribir una historia de esperanza cuando perdía la mía.

Mi paso por el sicólogo fue algo impactante. Reconocí mis errores y mis faltas y entendí lo mucho que valgo. Se que antes lo sabia, pero la vida es un borrador infalible, todo lo que crees puede ser borrado en un dos por tres si no estas seguro de que es lo real. Lo único real en mi, era, fue y será Dios, y a él, lo sentía cada día mas lejos. La confusión carcomía mi cerebro y por poco mi espíritu. Han sido días en que nada, ni nadie, valía la pena, pero aun así, nunca deje de buscarle, nunca deje de reclamarle lo infeliz que era, nunca deje de decirle que me arrepentía día y noche de no ser quien él esperaba. Hasta que llego el momento en que me arrepentí de seguir sufriendo y decidí seguir viviendo.

Este año renegué de mi misma, de mis credos, de mis costumbres y de todo lo que alguien pueda renegar. Viví en carne propia ese famoso dicho: la necesidad tiene cara de hereje. Fue una hereje necesitada.

Los primeros seis meses del año fueron buenos. No tuve trabajo y mi familia no estaba cuerda, pero tenia latente en mi corazón que hacia lo correcto. Cada uno de mis días los dedique a servir a Dios: predique, enseñe, le busque y lo escuche para obedecerlo. Fui bendecida en muchas áreas, crecí como ministra y confíe en que no era yo quien hacia, si no, que era él quien trabajaba através de mi. Incluso viaje sin dinero, fui al cine, a conciertos, a junta con amigos y toda actividad a la quise ir. El campamento de verano fue vital para mí, aun recuerdo enseñanzas impartidas durante el verano. Mis ojos fueron abiertos y lo que vi, aprendí y creí aun sigue en mí.

Si he recuperado algo este año, ha sido la libertad para decidir. Puede que no haya tomado decisiones correctas, pero las tomé. Otra cosa que puede estar a mi haber, es mi opinión. En algún lugar la perdí. Creo que estaba en algún rincón opacada por la sumisión y por el “él sabe lo que hace”. También pude ver quienes eran realmente la gente que me rodea, a esos que llame “amigos, hermanos, familia” y puedo decir, que tengo pocos amigos, menos hermanos y aun no se si tengo familia. Otra cosa que aprendí, es que: la vida no es bella, pero hay gente fea que sabe amar. Las responsabilidades no son buenas, solo son necesarias y cuando dejas de necesitarlas debes dejarlas. Deje tantas responsabilidades en el camino, que ahora solo debo hacerme responsable de mi, porque aunque no lo crean, yo era mi ultima prioridad. Los amigos pasan, tu familia pasa, tu llamado pasa, tu congregación pasa, tus años pasan y con lo único que te quedas, es con Dios, tu relación con él y tu relación contigo mismo, nada mas importa.

Este año he agotado mis lagrimas, mis gritos, mis penas y espero que mis pasadillas también. En la cuenta “existencias” solo aparecen unos ceros. Tributariamente quizás arroje perdida, pero financieramente, internamente, se que he crecido. He aprendido de la vida con la sutileza de un hipopótamo limpiando cristalería fina, pero he aprendido. No espero cosa alguna para este año que se apronta, después de todo lo terrible que he vivido, me siento capaz de sobrellevar lo que pueda venir. Se que no podré sola, pero se que Dios esta conmigo y mientras lo sepa, todo estará bien.